El nombre de Robert Lepage llevaba sonando en mi cabeza desde antes que pueda recordar, pero no fue hasta hace algunos meses cuando realmente me interesé por su trabajo del cual tanto leía y tan bien hablaban.
He de reconocer que al principio no me llamaba la atención en exceso, tampoco se parecía demasiado al estilo que a mi me suele gustar, pero poco a poco fui pillandole el gusto hasta que acabé "hipnotizandome" con sus sombras.
Ver una obra de Lepage es como entrar en la placentera fase previa a cuando te estas quedando dormido, es como si te hipnotizaran con cada movimiento llegando a percibir como los juegos de luces y sombras te acarician la piel. Una magia sutil que hace que no puedas apartar la vista del escenario.
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